domingo, 29 de junio de 2014

E r a s

Supongo que en algún momento todos dejamos de ser
y tú eras mío
y para mi.
Eras todas las ganas de vivir que me mataban,
y las ganas de morir que me hacían sentir
que aún estaba viva.
Eras cada paso en falso que daba hacia el abismo,
el propio abismo.
Eras mi Primera Guerra Mundial 
y todas las sucesivas.
Eras cada semáforo en rojo que me hacia llegar tarde a todos los sitios.
Eras las manos que me hubiese gustado que me acariciasen el pelo toda la vida.
Eras la catedral en un día de concierto.
Eras el primer día de mi primavera;
eras todas mis primeras veces:
mi primera palabra,
la primera vez que vi el mar,
y mi primer día de colegio.
Eras la luna cuando salía todas las noches.
Eras cada uno de los versos tristes que escribió Neruda aquella noche.
Eras todos los deseos al soplar las velas de cada 9 de junio desde 1997.
Eras todos los trenes que he cogido,
estabas en todos los aviones por los que acariciaba el cielo.
Eras todas las llamadas perdidas en mi móvil los días que estaba mejor sola.
Eras todas las carreras de sábado-noche por no llegar tarde a casa.
Eras cada gota de lluvia que ha rozado mi pelo...
Eras la envidia de Madrid, Roma o París,
te he podido ver en cada ciudad...
Eras lo único que brillaba en mi oscuridad.
Eras todos mis finales,
y podría perder el tiempo intentando escribirte uno,
pero te los has llevado todos.