domingo, 9 de noviembre de 2014

Consiguiendo ponerle fin a lo eterno

Hay veces que no me quiero
que me quiero poco
y mal.
Veces que me quiero
un poquito menos que de costumbre.

Hay veces que no te quiero
que te quiero poco
y mal.
Veces que te quiero
un poquito menos que de costumbre.

Y son todas esas veces
las que acumulan los daños
las que hacen pasar los años
sin que tan si quiera me de cuenta.

Qué puta fue la vida
enseñándome a vivir con tu presencia.

No se trata de lo que quiero
y no merezco.
Se trata de lo que quiero
y no me merece.

Esa continua lucha
en la que vivimos
los que siempre queremos
aquello que no nos conviene.

Y qué injusta resulta la vida a veces...
Las otras veces ni resulta.

Eso me pasó
cuando
dejaron de salirme los cálculos contigo.
Dejaron de salirme los días juntos
y ni rastro de las despedidas.
Borraba las mentiras incontables
y escribía sobre ellas
un +1,
un “te quiero” pero a lo bestia,
un susurro que gritaba
que parases de hacerme daño

Nada tenía ni pies
y la cabeza ya la había perdido hace tiempo...
En tus palabras,
en tus malas caras,
en tu risa
y en todo aquello que tenía que ver contigo.

Qué poco me quiero
cuando pretendo olvidarte
mientras te escribo.

Qué poco cuidamos
lo poco que nos unía.

Ahora entiende
que me odie
cuando te quiero un poco
por poco que sea.

Porque qué injusta resulta la vida
para aquellos
que, como decía Leiva
queremos lo que envenena.

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