domingo, 7 de diciembre de 2014

Por perder guerras internas.

Ella era el verso más jodido.

Me maté por escribirle un final,
un final que estuviese a su altura...
Y decidí irme.
Creo que era la mejor forma de que se entere de que me doy por vencido.

Y ella se quedó en un infinito constante
en el que siempre recordaría
a aquel cobarde
que nunca supo escribir sobre su sonrisa,
incapaz de describir la magia de sus ojos,
la paz de su pecho
o tan sólo hablar
de su precioso caminar.

A veces me alegro de no haberle escrito un final.
Pienso que el mundo me odiaría.
Pienso que el mundo
no es tan malo como para acabarla.

Pedirle que pare
de hacerlo como lo hace.
Pedírselo,
y que ella haga lo que quiera.
Como siempre.
"Qué secreto tan simple" pensé
cuando le pregunté que cómo lo hacía
y ella se limitó a contestarme que ella hacía lo que quería.

Estaba loca.
Pero me hacía sentir (vivo).
Y yo solamente quería escribir
un final con ella.
Y por eso me maté
intentando escribirle un final a una persona
a la que,
desde mi corazón,
desearía hacer eterna.