Creo en lo que creo
porque me hiciste creer.
Creo, espero, deseo,
y ruego a la vida que nos ponga las cosas más fáciles a aquellos a
los que nos llena más dar
que recibir.
Quiero decir, creo
que es irracional que nos llene vaciarnos.
Pero también creo
que no estamos aquí para hacer lo que se deba hacer.
Creo que es posible
bailar frente al espejo un domingo.
Y un lunes, y un
martes… y cualquier día de la semana,
se llame como se
llame,
se vaya quien se
vaya,
duela lo que duela.
Porque creo que si
realmente existe una cura a cualquier daño, esas son las ganas.
Y creo en la buena
suerte.
Pero tú sabes que
odio las supersticiones,
y no creo ni en
gatos negros, ni en martes 13, ni en espejos rotos,
ni en cualquier sal
derramada fuera del mar.
Sigo creyendo en
finales felices a pesar de todo,
a pesar de saber que
un final sólo tiene una forma de surgir y no es buena.
Pero creo.
Creo en las sonrisas
y en las palabras,
porque sí, todavía
creo en las personas.
Creo que por las venas de algunos corre magia en lugar de sangre,
y que todos estamos hechos de polvo de estrellas.
Creo que siempre queremos lo que no tenemos,
lo que no deberíamos,
y lo que perdemos,
y que todo eso se acaba convirtiendo en el motor que nos impulsa a conseguirlo.
Además, creo que existe un
lugar en el mundo para cada uno de nosotros,
y creo que sólo
existe una manera de recorrer un camino
y es siguiendo hacia
delante.
Creo que somos
pedacitos de pasado que se dirigen al futuro.
Porque creo en el
futuro.
Y creo que las cosas
solamente pueden ir a mejor.
Creo que la gente
que se va nunca lo hace para siempre.
Creo que siempre nos
espera alguien sea donde sea
y creo eso que dicen
que el insomnio no es más que estar despierto en los sueños de
otro.
Creo.
Y creo que
precisamente eso puede destruirme.
Pero creo que la
única forma de vivir
es creer que todo es
posible.
Y ahora puedo ver,
que igual fuiste tú
quien me hizo creer,
pero si hoy creo en
lo que creo
es
por mi.
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