domingo, 29 de noviembre de 2015

Todos tenemos espinas


Jamás llegaré a entender cómo ni por qué pero a veces soy capaz de encender la luz en medio de tanta oscuridad. Y llegan días como hoy en los que vengo a pedirme amor. Propio. De mi y para mi. Y todos deberíamos hacer lo mismo.
Aunque suene estúpido y obvio creo que no siempre somos conscientes de que no existe ningún camino sin baches que lleve a algún sitio que valga la pena. Ni rosas sin espinas. Ni historias increíbles sin capítulos incomprensibles de dolor, sufrimiento o cualquier cosa que parta en dos a sus protagonistas. Quiero decir, que no debemos echarnos la culpa por que nuestras vidas a veces se tuerzan, ni por perder las ganas de seguir, ni nada de eso. Todo lo que ves a tu alrededor sube y baja, cambia, como tú. Porque para subir hay que estar abajo, no lo olvides.
Hoy soy capaz de pensar en que todos, absolutamente todos en el mundo, somos rosas con espinas. Y que alguien vendrá que no le de miedo rodearme y apretar bien fuerte. Y se pinchará. Y qué. Él ya lo sabía, y no venía esperando otra cosa. Sabe de sobra que jamás le dejaré desangrarse. Y yo entonces sabré de sobra que él vale la pena: sólo un valiente loco es capaz de restregarse contra el dolor porque cree que le haría la vida más fácil. No creo que esté tan equivocado. El dolor a veces nos salva la vida. Otras nos destroza. Pero siempre nos enseña.
Puede que te vaya a complicar la vida, e incluso que te la destroce, pero una vida no es vida sin valentía: atrévete.
No lo olvides: no te dejaré desangrarte. Igual te salvo la vida: soy capaz de acariciarte.
Tus ojos son quien deciden verme como rosa o como arma. Y yo no tengo la culpa de lo que los ojos de los demás decidan mirar en mi.

Hoy vengo a pedirme amor porque yo he llegado mucho antes de que llegues tú, y voy a quererme. Y voy a apretarme y a desangrarme. Y a lamerme las heridas. Hoy soy mía. Y algún día seguiré siendo mía pero con alguien que sea capaz de quererme sin miedo y con unos ojos que sean capaces de ver que, a pesar de las heridas, cualquier cosa merece la pena.