domingo, 20 de marzo de 2016

Encuentra tu zona de confort y huye.

Si hay algo que he aprendido últimamente es que de las peores cosas que te puede dar la vida es una zona de confort. Al fin y al cabo es una forma tonta de ponerte barreras de seguridad alrededor de un círculo ridículo en el que sí, estás bien, pero el cual no te va a permitir avanzar nunca. Y es que para qué está la vida si no es para simplemente vivir. Y aceptar que vas a llegar a zonas horribles en las que nunca querrías haber caído y de las que vas a salir, porque tan sólo forman parte del camino. Pero hay que tener en mente siempre que cambiar no es siempre empeorar, y que cualquier cosa que te impida cambiar, sea hacia donde sea el cambio, es mala. Siempre decimos que cualquier cosa podría ser peor, y claro que podría pero también podría ser mejor y sólo hay una cosa que impide que eso sea así: tu zona de confort. Así que escúchame: te deseo que nunca encuentres tu zona de confort. Te deseo que tengas días en los que todas tus decisiones te lleven a sitios en los que nunca habías pensado estar. Que te llenes de barro y maldigas seguir despierto para luego asumir algo tan sencillo como que sólo se ensucia quien camina. Que no hay un solo lugar en el mundo y que a veces los caminos más feos llevan a sitios en los que sólo te arrepientes de no haberlos conocido antes. Llámame loca pero te pido que si encuentras un sitio donde te sientas bien, salgas corriendo sin dudarlo. Creo que es la única forma de no estancarte y poder crecer, porque si dejas de crecer, habrás dejado de vivir