He querido mucho a
alguien. No se me ocurre mejor forma para empezar a escribir esto. He
querido a alguien con toda mi alma. He tenido la gran suerte de
conocer, respetar, vivir y sentir a alguien. Me he levantado cada
mañana luchando por una persona que no era yo. He traicionado a
todos y cada uno de mis principios, esperando que nunca hubiese un
final. He sonreído de verdad, con esa fuerza que nos da la
felicidad. Nunca he caído rendida a sus pies porque nunca me ha
dejado caer ni mucho menos rendirme. He visto que cuando todos se
apagaban su luz continuaba encendida. He llorado de la risa con una
persona, y me ha llenado de poder la risa de esa misma persona. He
sentido todo ese tipo de cosas que dicen que se sienten en el
estómago cuando uno se enamora. Cuando me han faltado motivos sólo
he tenido que escuchar su voz. He crecido con él, no sólo
físicamente sino mental y espiritualmente porque ha llenado a mi
espíritu con cada paso que él daba. He compartido todo, mis cosas,
mi tiempo, mi corazón... He echado de menos y me he equivocado. He
perdonado. Pero sobretodo he querido mucho a alguien. Ojalá todos
pudieseis querer a alguien de tal forma al menos una vez en la vida.
Cuando una pareja de ancianos se muere en un breve periodo de tiempo,
eso es amar. Ojalá todos pudieseis amar a alguien de tal forma que
si su corazón dejase de latir, el vuestro también dejara.
«Y bueno, me preguntan algunos ¿y cómo va a acabar esto? Ay, yo no sé cómo va a acabar, ojalá no acabe, pero si acaba ya se verá. Es como el amor, que es infinito mientras dura.»