-
¿Sabes lo que me gusta de ti? Que siempre sonríes. No se si es a mi
o al mundo, si es que todo te da igual o que no quieres dejar ver que
exista algo que pueda hacerte daño, pero sonríes. Y el problema
está en que seguramente haya mucha más gente alrededor mío que
sonría, pero yo no me doy cuenta. Pero cuando vienes tú tengo la
sensación de que en ese momento nada malo podría pasarme, y eso me
gusta. Y me gusta que no te importe soñar en voz alta y que nunca te
quieras ir a dormir. Y que no seas capaz de enfadarte cuando algo te
sale mal porque eres capaz de aceptar las derrotas. Es por eso que
creo que vives pocas, porque seguramente no seas consciente de que
estás perdiendo cuando viene la vida y te da una patada. Y podría
decirte que creo que te quiero a pesar de que un día te despiertes
queriendo quedarte y al siguiente sólo tengas ganas de salir
corriendo. Porque se que me llevarías contigo. Y es que eres la
única persona a la que cuando la he mirado por primera vez lo último
que se me pasaba por la cabeza era hacerte daño. Pero es que luego
te conocí y sabía que no es que no pudiera hacerte daño, es que no
quería. Por eso no me gusta cuando estás triste, ni cuando dejas de
sonreír. Pero…
+
Pero.
-
Pero no puedo estar contigo. A pesar de que ahora mismo te cogería
de la mano y te llevaría a Madagascar. A pesar de que sigo pensando
que eres lo más bonito que voy a poder encontrar una noche como
esta. A pesar de que tenga ganas de besarte.
+
No me beses si no vas a quedarte…
-
Vale.