sábado, 4 de agosto de 2012

Perdonándome.

Decir adiós es ley de vida. Muchas veces tenemos que decir adiós a algo que queremos mucho simplemente para darnos cuenta de si todo era verdad o si no vale la pena. Es triste que muchas veces te des cuenta de lo segundo, y más aún es que hayas querido a una persona de la que hoy sólo sabes como se llama. La vida es como un adiós continuo, siempre, siempre, vas a vivir despidiéndote de alguien. Igual es para cuando llegue la muerte, que te hayas despedido de todos. Nos despedimos de todo el mundo, a la fuerza o porque queremos, pero de todos, menos de nosotros mismos. Yo creo que deberíamos despedirnos de nosotros mismos, al fin y al cabo somos los que más hemos luchado ¿no?. No sé, decirnos a nosotros mismos "pues hoy, te vas", y ponernos a llorar por nosotros. Decirnos todos los errores, todas las rayadas, todas las tonterías, las veces que te arrepentiste, y las cosas buenas, sacarnos una sonrisa recordando todos los momentos buenos que hemos vivido, en los que siempre hemos estado presentes. Eso quiero yo. Pero como no sabemos lo que va a venir mañana nunca lo hacemos ni lo haremos, por eso dicen que no existe el "para siempre", porque no nos fiamos ni de cuando nosotros podemos salir de nuestra vida.