martes, 27 de septiembre de 2016

Vengo a pedirte algo:
Quédate conmigo

Yo seré el mundo y tú el cuerpo
Para que no puedas existir sin mi ni yo sin ti
O al menos que no tengamos sentido

Porque todas y cada una de mis decisiones
Me han puesto en tu camino
Y eso no es por algo: es por todo

No pienso ser tu alma gemela
Ni tu media naranja
Ni la otra pieza del puzzle
Porque tú ya eres
Y con eso me basta

Quiero ser quien te demuestre
Que la vida sólo tiene un truco:
Vivirla
Y que de nada sirve no dejarse llevar
Porque al final la corriente siempre gana

Quiero aprender de ti todo lo que no sé
Porque entonces querré saber más aún
Y creo que la única vida que me gustaría vivir
Está llena de inquietudes

Déjame enseñarte todo aquello en lo que creo:
Que nunca es demasiado tarde para volar
Y que no seremos mortales hasta el día en que muramos
Pero ese día no me importa
Porque ya no tendremos sentido

Por eso hoy
Voy a pedirte algo:

Quédate conmigo


jueves, 16 de junio de 2016

Pero es que ahora lo entiendo todo

Suena tonto pero simplemente quiero escribir las razones por las que estoy escribiendo esto. Cada vez hay más personas que no se quieren a sí mismas, y parecer que la mayoría son mujeres. No creo que el problema esté en no quererse sino en no valorarse: valórate y todos los problemas desaparecerán. Qué sencillo queda decirlo, lo se. Pero no hacemos nada con palabras que no adquieren significado porque no se entienden. Y yo soy la primera que no las ha entendido y que no he sabido valorarme. Yo se lo que es llegar a no saber lo que odias de ti para hacerte tanto daño a ti misma. Creo que yo no entendía lo que me decían porque sentía que eran ellos los que no me entendían a mi.
Una vez un profesor dijo en una clase que vivimos siempre persiguiendo algo. Inventamos utopías que parecen imposibles, que son imposibles, pero sin las que no podríamos vivir. Si por alguna remota casualidad consiguiéramos ese “paraíso” nos inventaríamos otro, creeríamos que es aún mejor que lo que tenemos y, cómo no, acabaríamos odiando lo que antes tanto ansiábamos. Yo creo que lo que nadie nunca logró entender era precisamente eso, y es que yo estaba llena de complejos, llena de cosas que quería cambiar de mí pero que justo cuando conseguía cambiarlas, zas, aparecían otras nuevas. Digamos que vivía una permanente lucha por ser lo que yo creía “perfecta”.
Me acuerdo de cuando me dijeron que por qué me empeñaba en cambiar. Que por qué no me quería cuando tenía todo a favor para hacerlo: 18 años, una familia que me cuida, unos amigos estupendos, destacaba en los estudios… Y lo único que saqué en claro de esa conversación es que todavía debo alguna respuesta, aunque no confío en encontrarla.
También me dijeron hace poco que hay cosas que las ves y las ves y las ves y no las entiendes, hasta que un día las ves y sin saber cómo dices “ahora lo entiendo todo”. Y no sabes si sentirte la reina del mundo por ello o la persona más tonta que existe por no haberlo conseguido antes. Aunque yo creo que da igual cuándo, lo importante es hacerlo antes de que se te pase la vida.

¿Y sabes lo que siempre veía y nunca entendía? Que soy mucho más que un físico. Que soy mujer, hija, hermana, prima, sobrina, amiga. Soy joven (y bonita), y soy independiente. Soy un expediente acojonante, y tengo un futuro prometedor. Soy la primavera que dice mi madre que le traje en 1997. Soy todas las canciones que canto en la ducha y también las que bailo como loca y me hacen llegar tarde a todos lados. Soy todos los desastres que he montado por querer hacer veinte cosas al mismo tiempo. Soy todas las excusas tontas para celebrar algo que desesperan a mi madre. Soy mucho más que un número en cualquier parte de mi cuerpo. Soy fuerte y siempre lo he sido, pero es que ahora lo entiendo todo. Y sólo espero que algún día tú también seas capaz de entenderlo.


domingo, 20 de marzo de 2016

Encuentra tu zona de confort y huye.

Si hay algo que he aprendido últimamente es que de las peores cosas que te puede dar la vida es una zona de confort. Al fin y al cabo es una forma tonta de ponerte barreras de seguridad alrededor de un círculo ridículo en el que sí, estás bien, pero el cual no te va a permitir avanzar nunca. Y es que para qué está la vida si no es para simplemente vivir. Y aceptar que vas a llegar a zonas horribles en las que nunca querrías haber caído y de las que vas a salir, porque tan sólo forman parte del camino. Pero hay que tener en mente siempre que cambiar no es siempre empeorar, y que cualquier cosa que te impida cambiar, sea hacia donde sea el cambio, es mala. Siempre decimos que cualquier cosa podría ser peor, y claro que podría pero también podría ser mejor y sólo hay una cosa que impide que eso sea así: tu zona de confort. Así que escúchame: te deseo que nunca encuentres tu zona de confort. Te deseo que tengas días en los que todas tus decisiones te lleven a sitios en los que nunca habías pensado estar. Que te llenes de barro y maldigas seguir despierto para luego asumir algo tan sencillo como que sólo se ensucia quien camina. Que no hay un solo lugar en el mundo y que a veces los caminos más feos llevan a sitios en los que sólo te arrepientes de no haberlos conocido antes. Llámame loca pero te pido que si encuentras un sitio donde te sientas bien, salgas corriendo sin dudarlo. Creo que es la única forma de no estancarte y poder crecer, porque si dejas de crecer, habrás dejado de vivir


miércoles, 17 de febrero de 2016

- ¿Sabes lo que me gusta de ti? Que siempre sonríes. No se si es a mi o al mundo, si es que todo te da igual o que no quieres dejar ver que exista algo que pueda hacerte daño, pero sonríes. Y el problema está en que seguramente haya mucha más gente alrededor mío que sonría, pero yo no me doy cuenta. Pero cuando vienes tú tengo la sensación de que en ese momento nada malo podría pasarme, y eso me gusta. Y me gusta que no te importe soñar en voz alta y que nunca te quieras ir a dormir. Y que no seas capaz de enfadarte cuando algo te sale mal porque eres capaz de aceptar las derrotas. Es por eso que creo que vives pocas, porque seguramente no seas consciente de que estás perdiendo cuando viene la vida y te da una patada. Y podría decirte que creo que te quiero a pesar de que un día te despiertes queriendo quedarte y al siguiente sólo tengas ganas de salir corriendo. Porque se que me llevarías contigo. Y es que eres la única persona a la que cuando la he mirado por primera vez lo último que se me pasaba por la cabeza era hacerte daño. Pero es que luego te conocí y sabía que no es que no pudiera hacerte daño, es que no quería. Por eso no me gusta cuando estás triste, ni cuando dejas de sonreír. Pero…
+ Pero.
- Pero no puedo estar contigo. A pesar de que ahora mismo te cogería de la mano y te llevaría a Madagascar. A pesar de que sigo pensando que eres lo más bonito que voy a poder encontrar una noche como esta. A pesar de que tenga ganas de besarte.
+ No me beses si no vas a quedarte…

- Vale.

domingo, 7 de febrero de 2016

He vuelto por y gracias a ti

Nunca antes había comprobado lo importante que es darse tiempo. A uno mismo. Tiempo para ser capaz de recuperar el tiempo que has perdido por muy irónico que suene. Y es que por fin he sido capaz de hacer las paces conmigo. Es difícil de entender, parece ridículo y, es muy probable que cualquiera que lea esto piense en cómo no me da vergüenza reconocerlo. Es sencillo: me quiero. Me he ido lejos, a solas, con el único fin de cogerme y decirme “eh, para, no te mereces lo que te estás haciendo”. Y he recordado todas las palabras de mi madre, de mi familia y de toda la gente que me quiere. Y me he hecho fuerte. Ahora solamente quiero descansar de todo esto. Quiero descansar de ser fuerte porque es realmente agotador vivir luchando contra un mundo que, tristemente, sólo tu cabeza hace enemigo, él no busca hacerte daño. Quiero dejar de tener miedo a las sombras de mi pasado porque son eso: sombras. Sólo asustan pero no pueden hacerme daño. ¿Y si vuelven? Volveré a ser capaz de poder con ellas. Porque si algo he aprendido todo este tiempo es lo importante que es tomarse tiempo. No precipitarse. Al vacío. Porque creo que lo que mas me ha costado ha sido creer que todo empezaba a ir bien y de repente volver a caer. Era como si fueses por un túnel completamente oscuro y vieses una luz al final, y justo cuando creías alcanzarla: zas. Algo volvía a tapar la salida. Pero todos los túneles tienen salidas de emergencia. Gracias mamá por haber sido la salida de emergencia que me ha cogido y me ha dicho: “tú sales por mi”. Y me has vuelto a enseñar a andar aunque esta vez de otra manera: sin miedo. ¡Sin prisa, pero sin pausa! La vida es demasiado corta como para pensar en frenar. Por eso quiero seguir a tu lado. Quiero volver a mirar todo lo que me rodea con los ojos de antes, volver a ser capaz de ver todo lo bonito que los demás no ven y alejar de mi vista todos los demonios que intentan cegarme. Quiero mirarme al espejo con la mirada de quien se quiere. Y quiero dejar de hacerme daño. Creo que empiezo a quererme. Quiero decirte, sobretodo a ti, mamá: he vuelto.