domingo, 25 de enero de 2015

He vuelto a por ti buscándome



La palabra “pertenencia” no siempre se manifiesta con el mismo significado.
Yo te pertenezco, y tú me perteneces
porque, simplemente, eres parte de mi.
Yo crecí en ti y tú me dejaste crecer, y me enseñaste a perderme
y a no querer volver la vista atrás nunca jamás

Ojalá todos fueran como tú.
Tú, que me dejas irme tantas veces porque sabes que siempre vuelvo rendida
a todas tus noches,
al igual que tú te rindes a mis pies todas las tardes de verano.

Que en ti he curado las heridas de mis rodillas,
pero también las de mi corazón,
porque si hay algo que puede hacerme olvidar cualquier dolor
eres tú y todas tus formas de manifestarte.

Por eso te he elegido mil veces para olvidar
y mil y una para volver a empezar.

Quiero decir, que siempre te busco porque dentro de ti puedo volver a ser yo,
y siempre llega un punto en el que no soy capaz de reconocerme
y llego a ti y tú me recibes con cien formas diferentes de decirme
que frene,
que vuelva a ser yo y todas mis consecuencias,
que vuelva a ser como tú me has enseñado.

Y me haces recuperar toda la fe en las personas,
que a veces pierdo o dejo por ahí tirada
porque es cansado creer

Ojalá pudiese ser siempre tuya
Ojalá todos fueran como tú y no se dejaran cambiar ni por años ni por daños
Ojalá todos fueran como tú y esperasen siempre
Ojalá yo fuera como tú y me quisiera siempre

He vuelto.

sábado, 17 de enero de 2015

Mi suerte dependiente de un gato negro



Se trata de esas absurdas malas rachas que nos nacen en el corazón
y que consiguen que nos duela hasta ese alma que,
en ocasiones,
creemos que llevamos dentro.

No sé si el problema está en mí o, lo que es peor aún,
no sé si ni siquiera hay un problema.
Dime cómo arreglas algo que no está roto;
dime,
cómo arreglas algo que te duele porque no está.

Quiero decir, que puede que simplemente sea que todos necesitamos a alguien,
que nos gusta tener una persona que nos ofrezca todo su cuerpo para desahogar
nuestros malos días
y nuestras ganas de subir al cielo algunos lunes.

No hacemos nada malo cuando sólo buscamos oír aquello que queremos,
cuando, aquello que queremos oír, es tan sólo un “todo saldrá bien”.

Pero esta es la situación ahora:
Se me han juntado los martes, los treces,
y algún que otro gato negro que no eras tú
(perdiendo otra de tus siete vidas enamorándome).

Y yo, bueno,
supongo que yo simplemente busco que mi alma grite un lunes por la noche
con otro gato que me arañe con cariño el corazón para que no vuelva a nacer en él nada malo.

viernes, 2 de enero de 2015

Te deseo lo mejor aunque ya me lo hayas dado

Necesito verte.
Necesito tenerte y volver a acariciarte.
Volver a sentir que te necesito,
y que el cielo es nuestro.
Necesito que vengas como tantas otras tardes,
que me agarres la mano
y simplemente sonrías,
porque el mundo es una mierda pero ahí me tienes.

No quiero palabras,
simplemente que estés.

Creo que
me he dado cuenta de que eso es lo que realmente necesito.

Mientras paseaba por la calle
mi mano no dejaba de exigir la tuya,
mis pasos ahora no siguen un ritmo fijo,
mi mirada
pide a gritos unos ojos como los tuyos sobre los que posarse.

Y yo...
Yo no me canso de decirles que no esperen,
que no pienso dar vuelta atrás a por ti.
Que las decisiones y las acciones
se asumen con todo lo que venga.
Que, eso, es lo que nos hace valientes
a todos aquellos que alguna vez nos hemos atrevido
a ir en contra del corazón
por no habernos atrevido a otras tantas cosas.

Tú, que ya no bailas conmigo,
vuelvo a escribirte.
Esta vez lo hago
por si quieres re-conocerme.
Vengo a decirte que he cambiado.

¿Te acuerdas cuando me decías que yo era primavera?
(Y yo sonreía llenándote de flores...)
Pues me he quedado con todos tus inviernos en el pecho.
Se me han clavado.
Y parezco una estúpida esperando a que llegue un otoño
que haga que todas tus hojas
se caigan de mi.

Odio que ahora sea el frío el que me haga temblar.
Y odio tus recuerdos
que me pierden hasta hacerme sentir perdedora
de una batalla que,
como tú dijiste,
he ganado.

Te he ganado de muchas maneras,
pero jamás me digas que he ganado
a esa sonrisa de niño que se te ponía
cada vez que me decías
“pero te quiero”.

Jamás debiste haber dado por terminado
el camino de tus manos por mi espalda.
Jamás debiste haber dado por vencido a tu corazón
en eso de sentir...

Gracias por haberlo intentado.
Por haberte quedado siempre esperando
a que fuese yo la que me marchase.

Siento todo el daño que hemos pasado
como una puñalada en las costillas.
Espero que hayas aprendido.

Al igual que espero,
que seas feliz lejos de mí.
Te deseo lo mejor aunque ya me lo hayas dado.
Te deseo, siempre, aunque ya no quiera luchar por ti.

Recuerda siempre que vivir es arriesgarse
a que de un momento a otro,
todo se pueda ir a la mierda.
Y arriésgate.
Hazlo por mi pero que no sea por mi.
Espero que lo entiendas,
que me entiendas,
y que no seas como la mayoría,
y te entiendas a ti también.

Creo que por el final,
has sido capaz de reconocerme...
Aunque siempre tendremos un final pendiente.
No lo olvides.
No me olvides...
No te olvides.