lunes, 16 de septiembre de 2013

Las luces se apagan

"Aprovecha este momento, porque nunca más serás igual". Esa frase marcó el comienzo, uno de tantos. Me duele darme cuenta de que nunca voy a volver a ser quien era ayer, que nunca voy a sonreír tanto ni a disfrutar tanto como cuando la inocencia vivía en mi. Y es que todo pasa, todas las personas pasan. Todo te lo quitan. Llega un día en el que conoces a alguien con quien compartes hasta tus miedos, que te abraza cuando sientes frío, que te proteje de la lluvia... Hasta te aleja del precipicio. Y derrepente, sin motivos ni razones, esa persona se va, o es la vida la que le hace seguir otro camino. Y comprendes que nunca volverás a ser tan feliz, ni a compartir tanto con alguien, ni a reirte porque sí en medio de un parque, ni a hacer cosas a escondidas del mundo, ni a pasar las noches de invierno ni las tardes de lluvia en su casa. No queda más remedio que comprender eso, aunque todavía me cueste aceptarlo... Nunca debí creer que algo no tendría fin; por eso es mi culpa. Estoy harta de tener que enseñarles la puerta de salida de mi vida a la gente, o de que la encuentren ellos solos justo después de enseñarles la salida de sus problemas. Nunca voy a entender nada...












 Yo fui buena,

¿por qué me jodo?