martes, 6 de noviembre de 2018

Yo nunca me fui


El día que empecé a quererte tomé la decisión de caminar a tu lado, siempre. Desde ese día he sido tu escudo frente a tantos golpes que creo que ya no siento. ¿Qué harías tú si te encontraras contigo? Porque el día que te encontré yo decidí darte la mano, apretártela tan fuerte que sintieras que ya no existía el miedo. Traté hacerte ver cada día desde entonces que las cosas podían ser diferentes, que las cosas podían ser mejores. Me levanté tantos y tantos días deseando que por fin decidieras hacer las cosas bien, que eligieses cuidarte a ti como lo hacía yo.

Supongo que no debió sorprenderme cuando el cielo se nubló de repente. Siempre acaba pasando: tanto la luz como la oscuridad forman parte de la vida. Me sumergí en un mar tan, tan oscuro que dejé de tener fuerza para soportar tus golpes. Sentía que ya no podía matar monstruos por ti ni hacer que tu mundo fuera un lugar menos malo en el que quedarse a pasar un rato, pero me empeñé en seguir dándote la mano: creo que sólo esperaba que fueras tú el que me cuidara a mí en medio de todo esto. Pero, sin embargo, te fuiste.

Me duele más que lo hagas tú porque eras tú quien nunca iba a dejarme sola. Pero te fuiste, como cualquiera. Ahora ya no hay nada que hacer, y si alguna vez te preguntas qué puedes cambiar para arreglar todo aquello que no hiciste te diré que sólo te queda meterte mi corazón por donde te quepa, quizás así entiendas lo que siento.

¿Qué harías tú si te encontraras contigo? Seguramente saldrías corriendo. Recuerda que yo siempre pude hacerlo, pero no lo hice. Yo nunca me fui.

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