domingo, 11 de diciembre de 2011

Quisiste todo, perdiste tanto.

Aprendí que los amores pueden terminar en una noche. Que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. Que desconocidos pueden volverse grandes amigos. Que nunca terminamos de conocer a una persona de verdad. Que el "nunca más" nunca se cumple. Que el "para siempre" siempre termina. Que el que quiere, puede, y lo consigue. Que el que no arriesga no pierde nada. Que el físico atrae, pero la personalidad enamora. Aprendí a no creer en las promesas, a no confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano a quien de verdad siempre estuvo a mi lado. Y que perdiendo, también se gana.

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